domingo, 13 de marzo de 2016

Mi creación de Mandala

Un mandala consiste básicamente en una forma circular con formas geométricas concéntricas, organizadas en diversos niveles visuales. Las formas básicas más utilizadas son círculos, triángulos, cuadrados y rectángulos y pueden ser creadas en forma bi o tridimensional. Desde el punto de vista espiritual es un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente de quien medita en ellos.

En clase, hemos creado un mandala con alimentos, del cual he necesitado:
-Obleas
- Nutela
- Lacasitos
- Sirope de chocolate
- Caramelo liquido
- Rotuladores alimenticios

La principal regla en la creación de un mandala es dejar fluir la imaginación, la creatividad, la energía, actuando de forma libre e intuitiva, sin preconceptos. Buscar un significado racional puede truncar el valor esencial del mandala.
El momento presente es el que cuenta y no lo que sepamos de colores y formas. Hay que dejar que los colores y las formas hablen a través de nosotros, que nuestros pensamientos fluyan a través de ellos. El mandala es un reflejo de nuestro interior.

Mi mandala está formado en el centro por caramelo líquido, una letra F de chocolate, y corazones de azúcar. He hecho una estrella con rotuladores alimenticios y he utilizado nutela y lacasitos (de colores con letras que muestran la alegría y viveza). Por último, también he utilizado sirope de chocolate para hacer el contorno, y pipitas de azucar.
Para hacer mi mandala, he empezado de dentro hacia fuera porque gracias a la creación del interior, del “yo”, al exterior.
El interior de mi mandala está formado por una estrella con la letra F (de chocolate) en el medio, que hace referencia a “familia”, porque mi centro es mi familia y mi referencia es ella. Gracias a ellos soy como soy, son los que me han hecho mejor persona, con unos valores, aprendiendo sobre los errores y superar los obstáculos, ellos son todo para mí. Alrededor de mi familia he puesto la palabra amistad ya que mis amigos también son un punto fuerte de apoyo en mi vida, con ellos creas nuevas experiencias, aprendes a quererlos como si fueran de tu familia, están contigo en las buenas y en las malas, y con ellos disfrutas de la vida. 










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